La RAE nos da dos definiciones de empatía:
1. El sentimiento de identificación con algo o alguien.
2. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
A través de la empatía podríamos decir que podemos entender por qué una persona hace lo que hace, cómo lo hace y cómo se siente. Y que, a pesar de no compartir ese qué, cómo y por qué, si lo podemos entender ¿Correcto?.
Nos han dicho que tener empatía es de gran valor en nuestras vidas, para tener relaciones de calidad con nuestro entorno. De hecho, uno de los atributos más valorados y destacados del “Buen líder” es la empatía.
Hasta aquí nada nuevo, ¿verdad?
Ahora, yo me pregunto ¿Y contigo? ¿Empatizas contigo mismo?
La auto exigencia parece que se ha convertido en un deporte nacional. A diario me encuentro con profesionales que se exigen y juzgan cuando no llegan a sus cánones establecidos. Yo misma lo he hecho en innumerables ocasiones. Profesionales que no se permiten un fallo, un error, un mal paso. Personas que evitan mirarse, sentirse y verse vulnerables.
Es curioso que esas mismas personas cuando comparten sus miedos e inseguridades, cuando muestran su vulnerabilidad y empatizas con sus emociones me dicen y comparten esto: “Menudo peso que me he quitado de encima”.
Es curioso que con solo verlo, con solo verbalizar, ya su mochila comienza a pesar menos.
Si yo me juzgo, si no me permito fallar, ni errar. Si no me permito ver, sentir e identificar lo que yo considero mis puntos débiles ¿Cómo voy a poder desarrollar mi empatía con el otro? ¿Cómo voy a entender y querer ver algo en el otro que no me atrevo a ver en mi?.
Creo que la empatía se entrena y que ese entrenamiento con nuestro entorno, comienza con uno mismo. Comienza por pararnos y entender qué es lo que hay detrás de lo que hacemos y aquello que sentimos. Por entender que lo que hacemos es lo mejor que sabemos hacer hoy, con las herramientas que tenemos. Repito: Lo mejor que sabemos hacer hoy. Entender por qué y para qué hacemos lo que hacemos y los valores que rigen nuestro comportamiento.
Una vez nos hemos mirado con compasión a nosotros mismos, podemos mirar con empatía y compasión a los otros. Nuestros jefes, compañeros, equipos y clientes.
A partir de ese mismo instante nuestra comunicación con el resto mejorará, porque nuestra comunicación con nosotros mismos ha comenzado a ser más rica, justa y compasiva.
Cristina Recuero
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