Aprender a levantar la cabeza y mirarnos desde fuera es todo un arte.
Aprender a disociarte y observarte en el entorno en el que te mueves, entre los diferentes sistemas de los que eres parte, nos ayuda a entendernos, a comprender por qué hacemos lo que hacemos y poder hacer cambios y mejoras en nuestra vida personal y profesional.
A ninguno nos es ajeno eso de que somos seres sociales y tampoco que vivimos y formamos parte de sistemas, pero igual no nos es tan familiar cómo esos sistemas forjan nuestras creencias y afectan a nuestro comportamiento y cómo percibimos nuestro entorno y nuestras propias posibilidades.
El primer sistema al que pertenecemos al nacer es a nuestro sistema familiar, y que nos acompañará hasta el día que abandonemos este mundo. Este sistema tiene y tendrá un gran peso para nosotros.
Después y a lo largo de nuestra vida iremos perteneciendo, entrando y saliendo de diferentes sistemas y éstos también nos influyen definitivamente en nuestro comportamiento y en la consecución de nuestros logros tanto personales como profesionales.
Para ponernos en situación, os diré que todo sistema está compuesto por:
1. Un número determinado de elementos.
2. Una frontera o límite que diferencia al nosotros del vosotros. A los que pertenecen de los que no.
3. Y por último, una comunicación que hace sentido entre sus integrantes. Unos códigos, unas reglas y lenguaje.
Además, en todos y cada uno de ellos rigen unos principios:
1. Principio de pertenencia, que crea vínculos indefinidos como es el caso del sistema familiar o temporales como es el caso de las relaciones profesionales o de otro tipo.
2. Principio de orden, tiene que ver con el orden de llegada en el caso del sistema familiar, pero en el caso de las empresas u otros, no en todos los casos aplica la antigüedad para establecer el orden.
3. Principio de equilibrio, esto es equilibrio entre dar y tomar. Damos y tomamos del sistema y este equilibrio es esencial.
La realidad es que formamos parte muchísimos sistemas además del familiar, algunos ejemplos pueden ser: El sistema del lugar donde naciste, el sistema del lugar donde vives (que puede o no ser el mismo), el sistema de amigos de la infancia, el sistema de amigos de la universidad, el sistema del equipo de baloncesto, el sistema de compañeros de la empresa en la que trabajas, el sistema de vecinos y así podríamos seguir.
En cada uno de ellos nos regimos por unas reglas, por una comunicación que hace sentido y si no seguimos estas reglas el sistema hará por sobrevivir y si para ello debe expulsar a algún integrante lo hará. Y es que siempre el sistema guardará por la supervivencia del todo aunque para ello tenga que sacrificar una parte. Esto último no aplica al sistema familiar que en esta reflexión dejaremos a un lado.
Con esta introducción o contexto sistémico, quiero hacer una reflexión sobre cómo los sistemas de los que formamos parte nos alientan al cambio o por el contrario nos alientan a permanecer en el lugar en el que estamos aunque sea nuestro deseo profundo salir de él.
Imaginaos que os movéis en un sistema que rechaza a aquel que sobresale, a aquel que ve el mundo diferente y tiene ideas disruptivas. Imagina que esas creencias están profundamente instauradas dentro de ti y de tu sistema de creencias. Es muy probable que tu impronta sea la de permanecer calladito, pasar desapercibido y sin llamar mucho la atención. De ti surgirá el juicio de que aquellos que hacen las cosas diferentes están siendo desleales al sistema y que si tú haces las cosas diferentes correrás el riesgo de sentirte juzgado y verte rechazado por ese sistema, por no seguir sus reglas. Y no nos equivoquemos, hay pocas cosas que duelan tanto como es el rechazo de nuestro sistema, sentir que no nos quieren, que no nos aceptan. Hace millones de años esta circunstancia nos hubiese dejado a la merced de animales salvajes que nos hubiesen devorado al ser expulsado por la tribu.
Así pues, en este caso, querer cambiar tu mundo requiere ser desleal a ese sistema y no seguir sus reglas. Y seré honesta, esto amigos, es muy sencillo de escribir y contar, no lo es tanto cuando llega el momento de hacerlo realidad.
Por el contrario, si te mueves en un entorno o sistema que favorece el cambio, la innovación, asumir riesgos y por lo tanto asumir el error como medio de aprendizaje, te moverás como pez en el agua, y no solo no tendrás miedo a sobresalir sino que por el contrario avanzarás para crecer y en tu camino ayudar a crecer a otros contigo.
Cuando digo eso de que el cambio comienza por uno mismo, me refiero a que cada uno de nosotros contamos con un sistema de creencias basado en nuestras vivencias y conjunto de reglas de los sistemas de los que formamos y hemos formado parte y que nos ayudan a interpretarnos a nosotros, a los demás y al mundo que nos rodea. Si deseamos cambiar o transformar esa visión sobre nosotros, los demás o el mundo es ahí donde tenemos que poner nuestro foco, en nuestro sistema de creencias, en su origen y en cómo nos está ayudando o dificultando nuestro camino hacia otro lugar mejor.
Hacer una revisión de los sistemas de los que formamos parte, hacer una revisión de nuestras creencias nos ayudará a entender nuestro sistema interno y desde ahí transformar y transformarnos y ayudar a otros en su crecimiento y transformación.
De poco nos servirá leer y compartir frases del tipo “tú puedes conseguir lo que te propongas” “Si cambias tú, cambia el mundo que te rodea” y un largo etcétera que pueblan las RRSS, si no hacemos una revisión, si seguimos manteniendo nuestras mismas creencias, las mismas reglas del juego y no trabajamos en el cambio de visión de una realidad que nos hemos forjado y creído como verdadero e inmutable.
¿Quieres comenzar con un cambio ya? ¿ahora?
Te voy a pedir que hagas una revisión de tus creencias más profundas, puede que te acompañen desde hace años o puede que sean nuevas. La idea es que hagas revisión de ellas y las identifiques en uno de estos dos apartados:
1- Creencias heredadas que te están limitando al cambio (yo no he vivido la experiencia pero la he heredado y la doy por válida)
2- Creencias propias que te están limitando al cambio (pueden estar basadas en tu experiencia o en una experiencia ajena, pero están fijadas por ti)
Ahora te voy a pedir que escribas tres creencias que hoy no te están dejando avanzar al lugar donde quieres estar.
Táchalas y, a continuación, pon las creencias nuevas que te van a empoderar a partir de ahora.
1- Creencia limitante:
Creencia de poder:
2- Creencia limitante:
Creencia de poder:
3- Creencia limitante:
Creencia de poder
A lo largo de los próximos 7 días, repite una y otra vez al menos 10 veces al día tu creencia de poder que te ayudará en tu cambio. Sentirás cómo con el paso de los días comienzas a experimentar una sensación de liberación y empuje a tu nuevo objetivo. Si te funciona, no dejes de compartirlo conmigo y con tu gente, estarás ayudando a otros a conseguir sus objetivos.
Cristina Recuero
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Luis Martin (jueves, 10 junio 2021 00:30)
Qué buen artículo Cristina. Qué interesante lo que escribes.
Cristina Recuero (jueves, 22 diciembre 2022 12:38)
Muchas gracias Luis por dejar tu comentario y encantada de que te parezca interesante!